El desequilibrio

Como muchos de vosotr@s sabéis, estoy dando un curso gratuito a una asociación de personas paradas de más de 50 años, esta asociación (APMA), es una demostración de personas proactivas que han decidido dejar de lamentarse y proponer acciones para salir de su actual situación. Admiro a los inconformistas, cuando me pidieron ayudarles no dude ni un momento, siento especial devoción por las personas que dejan de quejarse y deciden actuar.

El curso se basa en estos 8 sesiones de trabajo, con ejercicios en grupo y otros más introspectivos que pretenden despertar emociones y activar nuevos comportamientos, el objetivo del curso es poder abrir nuevas posibilidades y multiplicar su bienestar personal, obtener una visión más optimista de sus recursos actuales y la manera de generar mayor número de probabilidades de encontrar trabajo o poder crearlo ellos mismos.

Autoconocimiento (EL JUEGO INTERIOR)
Nuevo mundo, nuevas oportunidades (BIENVENIDO AL NUEVO MUNDO)
Misión, visión y objetivos (HACIA DONDE VOY)
Aprendizaje de nuevas habilidades  (REINVENTATE)
Explotación de potenciales (LA CAJA DE RECURSOS)
Organización personal (GESTIONATE)
Marketing personal (YO S.L)
Creación de una empresa (ESPÍRITU EMPRENDEDOR)

La naturaleza odia el desequilibrio, por eso cuando la gente me pregunta que cobro por estos cursos y por asesorarles organizativamente, me reconforta decir que mis honorarios son su confianza y esperanzas y que mi objetivo real es generar un desequilibrio, el universo trae siempre el equilibrio, lo que hoy das por un sitio tarde o temprano acabarás recibiendo por otro.

Seguramente muchas personas pensarán que es una teoría absurda o incluso podrán llegar a pensar que soy un “primo”, realmente me encanta sentirme diferente y especial, me pongo en lugar de los misioneros, de las personas que trabajan en ONG´s o en todos esos millones de personas que dan continuamente todo lo que tienen (muchas veces nada), hace tiempo en un documental me emocioné al ver llorar a un misionero cuando un niño pequeño le decía que lo quería mucho.

Se que esta frase la utilice en un articulo anterior, pero para mi cada vez adquiere mayor sentido e importancia.

"Hacer felices a los demás es como repartir flores. siempre nos quedan las manos llenas de su aroma."

El día que en el otro barrio me llamen, quiero que cuando la gente se agrupe alrededor de mi ataúd, diga cuanto les ayude a ser más felices y cuanto me echarán de menos, en vez de decir que buen coche tenía o cuanto dinero ahorré.

Os adjunto su blog y os animo a ayudar a estas increíbles personas a lograr su objetivo.


Feliz semana a tod@s

Alberto Rodilla

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